viernes, 1 de julio de 2016

Rock and Roll is dead (Tinelli is alive)

El tema de hoy era "La utopía", y les llevé la canción Imagine. Sólo a 1 le "sonaba" el nombre Lennon. Les pongo la canción y les comento que "en mi época" los adolescentes escuchábamos rock, que por ahí ahora se escucha otra cosa. Ahí me iluminé: "hay un tema de los beatles que sí van a conocer": twist and shout!, y por supuesto todos: "es el tema de Showmatch!", programa que los chicos ven ahora pero que también se veía en mi época. Qué mundito este, no? Las generaciones pasan, las bandas de rock pasan, pero el cabezón permanece, y no solo eso sino que se transforma en la conexión entre mi realidad y la de los pibes (conexión cada vez más difícil de encontrar). Larga vida a Marce.

domingo, 26 de junio de 2016

Agarro y lo comparto

Una crítica a la ley de obligatriedad de la escuela secundaria

Para una especialización en derechos humanos que estoy haciendo online, nos hicieron hablar de la obligatoriedad de la escuela secundaria y de la AUH, asignándonos el rol de "fiscal" o "defensor". A mi me tocó fiscal, o sea que debía criticarlas, siguiendo lo que habíamos visto en la clase. Aclaro que la clase atribuía los argumentos en contra a frases hechas de supuestos docentes que no vendrían a bancarse la inclusión de los negros en la escuela. Yo quise plantearlo de otra manera y escribí esto:


La crítica que pretendo hacer tanto a la AUH como a la obligatoriedad de la educación secundaria nada tienen que ver con la estigmatización de la pobreza. Incluso, pretendo superar la visión simplista y binaria de que quien critica estas leyes automáticamente se transforma en un “retrógrado”, “intolerante”, “elitista”, etc. Por el contrario, la crítica tiene que ver con exigirle al Estado una aplicación que de lugar a una verdadera inclusión de los sectores históricamente vulnerables de nuestra sociedad.
Tanto la AUH como la obligatoriedad de la secundaria repercuten en las instituciones educativas porque habilitan la presencia en nuestras escuelas de una matrícula distinta a la tradicional, la de los sectores sociales históricamente vulnerables, como decíamos más arriba. Esto es intrínsecamente bienvenido y festejado por quienes queremos un país con mayor igualdad de oportunidades. Sin embargo, debido a cómo esta inclusión se llevó adelante, la asistencia de estos niños y adolescentes a la escuela no garantizó la democratización del acceso al conocimiento y a la cultura. Esto se debe a que la obligatoriedad de la escuela no fue acompañada de otras políticas de diversa índole y fundamentales para contener y afrontar toda la complejidad y novedad que implica la inclusión de este sector social, como la conformación de gabinetes de orientación educativa en todas las escuelas, condiciones edilicias adecuadas, articulación con otras instituciones públicas como el Servicio Local, salarios dignos para todos los trabajadores de la educación, entre otras que podríamos enumerar. El Estado provincial se limitó a emitir reglamentos que priorizan el “cuidado” de los alumnos muy por encima del objetivo de enseñanza y aprendizaje.  Respecto justamente de la enseñanza, con el eufemismo de “acompañar las trayectorias educativas de los alumnos” (y sospecho también que por falta de imaginación o ganas de pensar en algo verdaderamente significativo y transformador de las realidades de los chicos), se recurrió a flexibilizar  al máximo los criterios de asistencia, evaluación y aprobación de los contenidos de las asignaturas (lo del “recuperatorio del recuperatorio del recuperatorio” es cierto).
Así, el Estado termina culpando a los docentes del fracaso de la obligatoriedad de la escuela (es “ el docente es racista, despectivo con los alumnos, elitista”), cuando es el propio Estado el que no dotó al sistema educativo de recursos para que esta ley fuera exitosa, ni pensó en un régimen de cursado y aprobación acorde con la compleja realidad que ahora sí, por fin, se mete en la escuela con toda su crudeza.